En Navarra sólo hay una Escuela de Teatro. Es el único centro en esta Comunidad donde pueden formarse aquellos jóvenes que aspiran a ser actores algún día. Lejos de la estabilidad que deberían disfrutar debido al bagaje de 25 años de enseñanza que acumulan sobre sus espaldas, la Escuela se halla en una situación de precariedad permanente. "Este año la excusa para el recorte presupuestario ha sido la crisis. El año pasado era el alquiler, no sabíamos si nos iban a cambiar de edificio o si seguiríamos en el actual... Parece como si siempre molestáramos por algo", comentaba Maite Lafuente, una ex-alumna que ha tenido que vivir continuas luchas para reivindicar el papel de la Escuela. La última tuvo lugar el pasado 12 de noviembre, cuando los alumnos que desarrollan su formación allí actualmente salieron a la calle para manifestarse. ¿Por qué lo hicieron en esta ocasión? Por los recortes en los presupuestos que el Gobierno de Navarra había asignado a la Escuela. La subvención que la financia ascendió este año a los 480.000 euros, y para 2010 pretendían reducirla hasta 250.000 euros. La financiación procede de dos fuentes: el Departamento de Cultura y el de Educación. Este último sólo les había asignado un euro de partida presupuestaria. Los alumnos vieron que la situación se perfilaba como insostenible y decidieron hacerse oír. Para ello, no dudaron en desplegar su arte y hacer aquello que mejor se les da: teatro. Se vistieron de modo estrafalario para llamar la atención de los transeúntes, se encasquetaron llamativas pelucas para qye se les hiciera caso por una vez y se cubrieron las narices con bolas rojas de payaso, las cuales acababan de completarse con unos carteles en los que podía leerse: "Manda narices". Con ello, expresaban su enfado y su indignación. A todo aquel con el que se cruzaban lo interpelaban con la siguiente pregunta: "¿Qué ha pasau?", para simbolizar con esta interrogación el desconcierto que les provoca el que se los tenga tan poco en cuenta y se juegue tan a la ligera con la supervivencia del centro que los está dotando de formación profesional y en el que están fraguando su futuro y sus ilusiones.
"Estamos ya hartos de tapar heridas y no cubrir la realidad. Queremos una estabilidad para la escuela, para el local, que no nos vuelvan locos cada año y un presupuesto acorde con la calidad cultural que se está ofreciendo tanto en espectáculo como en formación", reclamaba Estefanía de Paz. Ella ya no estudia en la Escuela, porque terminó el año pasado, pero hasta tal punto se crean lazos en este centro, que los que salen de él siguen apoyando a sus compañeros y velan por su bienestar. Y es que, todos los que pasan por sus aulas se sienten muy agradecidos de lo que allí aprenden:
"Aprendes a valorar tu cuerpo, a de repente verlo como una herramienta de trabajo, una voz que puedes modular, un conocimiento personal, de cada músculo, la capacidad de poder transportar toda la emoción, lo que piensas, lo que sientes... eso es riquísimo. Entrar en la escuela me ha cambiado la vida", aseguraba Estefanía.
"Yo llevo en la escuela desde los seis años, y allí he pasado los mejores años de mi vida. Como alumno te duele esta situación, porque peligra tu formación. Como persona, mucho más. Para mí, la Escuela es mi casa. Me encantaría dedicarme a la interpretación profesionalmente y hacerlo en Navarra y que tuviera salidas para poder hacerlo, actuar en una compañía y montar espectáculos de calidad, cosa muy difícil hoy en día", corroboraba Fermín Cariñena.
Otra de las reivindicaciones que expresan es que se apruebe la oficialización de la formación que reciben, algo que no han conseguido en los últimos 25 años.
"Nos gustaría que se reconocieran el trabajo que hacemos y una oficialización de lo estudios. Actualmente no consigues ningún tipo de graduado y creemos que debería ser oficial porque cumple las condiciones para serlo. Queremos que se nos tenga un poco en cuenta", se quejaba Javier Pellicer.
Y es que el esfuerzo que estos estudios requieren debería recibir un reconocimiento
"Son tres años en los que estamos al pie del cañón de nueve de la mañana a tres de la tarde, muchas tardes nos toca estar ensayando, montando... Es un oficio muy sacrificado, porque debes tener una constancia de entrenamiento tremenda y eso no se valora. Además, el nivel de esta Escuela es altísimo. Hay gente que se va a Madrid, a universidades de teatro, y comprueban que no tienen el valor y la calidad de la de aquí. Es una formación dura, cansada, todos los días tienes que sudar. A los futbolistas les pagan por sudar, ¿no? Pues a nosotros también. Es una queja a nivel social, de que nos traten bien a los actores y al mundo de la cultura, que no nos tengan mareados. Queremos una estabilidad para poder crear, si no, nos paralizan", explicaba Estefanía.
"Es ridículo. Para ser capital de la cultura hay que cuidarla mucho y tener una cantera actoral propia. Si no tenemos una forma de actuar propia, unas compañías propias a las que les demos ventajas, ¿cómo vamos a pretender ser capital de la cultura? Es un poco ilógico", remarcaba Fermín.
Me parece penoso que se nos trate así, sobre todo en el momento en que se está exigiendo que Pamplona sea capital europea de la cultura en 2016. Y no solo por la escuela, sino por otros ámbitos culturales. Aquí no hay nada. Sólo se hacen edificios culturales y monumentos, pero la esencia de la cultura no se mueve para nada. Aquí en Navarra, cada vez que hay algún tema cultural, la gente va, conecta muy bien. La prueba está en que cada año la Escuela ha ido a más. Tuvieron 18.000 espectadores el año pasado en los diferentes actos que se han hecho. Las cifras están ahí, la gente necesita ver algo", afirma Maite.
Estefanía aporta otros argumentos para justificar la avalancha de apoyo y de complicidad procedente de diferentes colectivos que dicen haber recibido en la Escuela:
Finalmente, lograron que en los Presupuestos Generales del Estado les restituyeran la misma cantidad de subvención con la que contaban hasta ahora. Eso sí, ha tenido que ser el Estado, y no el Gobierno de Navarra, el que los financie.
"Esto no deja de ser una tirita, un parche.
Pienso que el problema es de la sociedad, entre la que me incluyo. Estamos cada vez más acomodados y perezosos, nos enteramos menos, pero cuando te pilla más de lleno te das cuenta de que hay que moverse como sea y la gente sí te apoya, pero tienes que ponérselo todo en la cara, decírselo muy de cerca. Esta sociedad tristemente nos está haciendo apoltronarnos porque estamos muy cómodos", cuenta Iker Wichi, un alumno de segundo.
Y, precisamente para evitar ese apoltronamiento y revelar a la opinión pública los problemas con los que el arte y la cultura debe enfrentarse a diario, salieron los alumnos de la Escuela de Teatro a la calle, con color, alegría y respeto. Las imágenes, para que nos enteremos todos, están aquí y hablan por sí solas: la leída de un manifiesto, una conga y reparto de carteles, uno de ellos al propio San Fermín.